Aunque estaba confinado a su cama, Morrie Boogaart, de 92 años, tejía gorros para los vagabundos. Según él, en 15 años, había hecho más de 8.000. En vez de centrarse en su salud o sus limitaciones, hacía lo que podía para poner las necesidades de los demás por encima de las suyas, y esto lo hacía sentir bien y con propósito. Decía: «Voy a hacer esto hasta que vaya al cielo con el Señor», lo cual sucedió en febrero de 2018. Aunque la mayoría de quienes recibieron esos gorros tal vez no sepan esta historia, su acto de amor sirve ahora de inspiración a personas en todo el mundo.
Nosotros también podemos centrarnos en los demás e imitar a nuestro amoroso y compasivo Salvador, Jesucristo (Filipenses 2:1-5). Dios hecho carne —el Rey de reyes— tomó «forma de siervo», con genuina humildad (vv. 6-7). Al dar su vida en sacrificio, tomó nuestro lugar en la cruz (v. 8). Jesús dio todo por nosotros… todo para gloria de Dios Padre (vv. 9-11).
Como creyentes en Cristo, tenemos el privilegio de mostrar amor e interés por otros mediante obras bondadosas. Aunque sintamos que no tenemos mucho para dar, podemos adoptar la actitud de siervos y buscar oportunidades para marcar una diferencia en la vida de los demás mediante nuestras sencillas acciones.