En la canción Míralo, el compositor mexicano Rubén Sotelo describe a Jesús en la cruz. Nos invita a mirarlo y estar callados, porque, en realidad, no hay nada que decir frente a la clase de amor que Él demostró allí. Por fe, podemos imaginar la escena descrita en los Evangelios: la cruz y la sangre, los clavos y el dolor.
Cuando Jesús exhaló su último aliento, «los que estaban presentes en este espectáculo […] se volvían golpeándose el pecho» (Lucas 23:48). Otros «estaban lejos mirando» (v. 49). Miraban y estaban callados. Sólo uno, el centurión, habló: «Verdaderamente este hombre era justo» (v. 47).
Canciones y poesías se han escrito para describir este gran amor. Muchos años antes, Jeremías escribió sobre el dolor de Jerusalén tras su devastación: «¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino?» (Lamentaciones 1:12). Pensaba que no había mayor sufrimiento que ese. Pero ¿hubo alguna vez un sufrimiento como el de Jesús?
Todos pasamos por el sendero de la cruz. ¿Miraremos y veremos el amor de Cristo? Que en esta Pascua, cuando las palabras y los poemas no alcanzan para expresar nuestra gratitud y describir el amor de Dios, apartemos un momento para reflexionar en la muerte de Jesús; y en el silencio de nuestros corazones, expresémosle con susurros nuestra más profunda devoción.