Con el paso de los años, fui sintiendo más dolor en las articulaciones; en especial, en días fríos. A veces, no me siento una conquistadora, sino alguien conquistada por los desafíos de entrar en la tercera edad.
Por eso, mi héroe es un hombre mayor llamado Caleb, el exespía que Moisés envió a investigar Canaán, la tierra prometida (Números 13–14). Después del informe desfavorable de los otros espías, Caleb y Josué fueron los únicos a quienes Dios premió permitiéndoles entrar en Canaán. En Josué 14, había llegado el momento de que Caleb recibiera su porción de la tierra, y aún quedaban enemigos por desalojar. Entonces, rehusando retirarse y dejar la batalla en manos de la generación más joven, declaró: «Quizá el Señor estará conmigo, y los echaré, como el Señor ha dicho» (Josué 14:12).
«El Señor estará conmigo». Esta era la perspectiva que mantenía a Caleb listo para la batalla. Se concentraba en el poder de Dios, no en el de él, ni tampoco en su edad avanzada. Dios lo ayudaría a hacer lo necesario.
Aunque muchos descartamos asumir tareas monumentales cuando alcanzamos cierta edad, Dios aún puede hacer grandes cosas con nosotros. Ante oportunidades como la de Caleb, no debemos rechazarlas. Con la ayuda del Señor, ¡podemos triunfar!