Me encanta mirar el cielo cuando no hay ninguna nube. Es una parte hermosa de la obra maestra de nuestro gran Creador, que se nos dio para disfrutarla. Imagina cuántos pilotos disfrutarán semejante panorama. Ellos usan varios términos aeronáuticos para describir un cielo perfecto para volar, pero la frase que más me gusta es: «Puedes ver el mañana».
«Ver el mañana» no está a nuestro alcance. A veces, hasta luchamos por ver o entender lo que la vida nos trae hoy. La Biblia nos dice: «no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece» (Santiago 4:14).
Pero nuestra visión limitada no es razón para desesperarse, sino todo lo contrario. Confiamos en el Dios que ve a la perfección todos nuestros mañanas; que conoce lo que necesitamos para enfrentar los desafíos que están por delante. El apóstol Pablo lo sabía, por eso nos anima con palabras esperanzadoras: «Porque por fe andamos, no por vista» (2 Corintios 5:7).
Si confiamos en Dios hoy y para los mañanas aún invisibles, no hay por qué preocuparse de nada que surja en nuestra vida. Él sabe qué está por delante, y es lo suficientemente poderoso y sabio como para controlarlo.