Nuestro hijo y nuera tuvieron que ir de urgencia al hospital porque nuestro nieto tenía neumonía y bronquitis. Nos preguntaron si podíamos ir a buscar a su otro hijo, de cinco años, a la escuela y llevarlo a casa. Con mi esposa, estábamos encantados de poder hacerlo.
Cuando el pequeño subió al auto, mi esposa le preguntó: «¿Te sorprendió que nosotros viniéramos a buscarte?». A lo que él respondió: «¡No!». Cuando le preguntamos por qué no, dijo: «¡Porque yo sé todo!».
Un niño de cinco años afirma saberlo todo, pero los que somos un poco mayores sabemos que no es así. A menudo, tenemos más preguntas que respuestas. Nos preguntamos sobre los porqués y las circunstancias de la vida… olvidando muchas veces que, aunque nosotros no sepamos todo, sí conocemos al Dios que todo lo sabe.
Salmos 139:1-3 habla del conocimiento ilimitado e íntimo que nuestro Dios omnisciente tiene de nosotros. David declara: «Tú me has examinado y conocido. […]. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos». ¡Qué consolador es saber que Dios nos ama a la perfección, que es plenamente consciente de lo que enfrentamos hoy y que sabe cómo ayudarnos de la mejor manera en cada circunstancia!