En un retiro espiritual de invierno, un hombre preguntó: «¿Cuál fue el mejor regalo de Navidad que recibiste?».
»El año siguiente, en Navidad, fui a ver una obra en la iglesia de un amigo. No porque quisiera conocer a Jesús, sino para ver a mi sobrina que actuaba. Es difícil describir lo que sucedió porque suena tonto, pero, en medio de la obra, sentí que necesitaba estar entre esos pastores y ángeles que recibían a Jesús. Después de escuchar cantar Noche de paz, me quedé sentado llorando.
»Esa noche, recibí mi mejor regalo de Navidad, cuando un amigo, que está aquí a mi lado ahora, se quedó para decirme cómo aceptar a Jesús como mi Salvador».
En ese momento, su amigo exclamó: «Y ese también fue mi mejor regalo de Navidad en la vida».
Esta Navidad, no dejemos de contarles a otros la historia gozosa y sencilla del nacimiento de Jesús.