Es sumamente raro ver tres depredadores abrazarse y jugar juntos. Sin embargo, esto sucede todos los días en una reserva de animales en Georgia. En 2001, después de meses de negligencia y abusos, un león, un tigre de bengala y un oso negro fueron rescatados por el Refugio Animal Arca de Noé. «Podríamos haberlos separado —dijo el director adjunto—, pero, como llegaron siendo una especie de familia, decidimos mantenerlos juntos». Los tres se habían consolado mutuamente mientras los maltrataban, y, a pesar de las diferencias, vivían juntos en paz.
La unidad es algo hermoso. Pero la unidad de la que les escribió Pablo a los creyentes de Éfeso era única. El apóstol los alentaba a vivir a la altura de su posición como miembros del cuerpo único de Cristo (Efesios 4:4-5). Por el poder del Espíritu Santo, serían capaces de vivir en unidad, cultivando la humildad, la mansedumbre y la paciencia. Estas actitudes también nos permiten soportarnos «los unos a los otros en amor» por el fundamento que compartimos en Cristo Jesús (4:2).
A pesar de nuestras diferencias, como miembros de la familia de Dios, fuimos reconciliados con Él por medio de la muerte de nuestro Salvador, y los unos con los otros por la obra constante del Espíritu en nuestras vidas.