Como a la mayoría de los niños, me encantaba la Navidad. Solía husmear ansiosamente alrededor del árbol para ver qué juguetes me regalarían. Pero me desilusionaba cuando empezaban a darme camisas y pantalones. ¡Los regalos para adultos eran aburridos! La Navidad pasada, mis hijos me regalaron unas medias geniales, con dibujos y colores brillantes. ¡Me sentí joven otra vez! Aun los grandes pueden usar esas medias, que, como indicaba la etiqueta, eran «talla única».
Esta agradable frase me hace pensar en el mejor regalo de Navidad: la buena noticia de que la salvación en Jesús les cabe a todos; desde los humildes pastores que recibieron la invitación del coro de ángeles hasta los ricos y poderosos magos de oriente, quienes siguieron la estrella para ir a adorar al Mesías recién nacido.
Si Jesús fuera solo para los pobres y marginados o para los ricos y famosos, muchos no entraríamos en esas categorías. Sin embargo, Él es para todos, independientemente de la condición social o la situación financiera. Tal como lo explicó: «de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). Jesucristo es para todos, como la «talla única».