Cuando Deng Jinjie vio personas que luchaban en el agua del río Sunshui, en la provincia de Hunan, en China, no pasó de largo. En un acto heroico, saltó al agua y ayudó a salvar a cuatro miembros de una familia. Por desgracia, la familia se marchó antes de que él saliera del agua. Lo lamentable fue que Jinjie, exhausto por el esfuerzo, fue arrastrado por la corriente del río y se ahogó.
Cuando estábamos ahogándonos en nuestro pecado, Jesucristo dio su vida para venir a ayudarnos. Nosotros éramos las personas que Él vino a rescatar. Descendió del cielo y nos llevó hasta un lugar seguro, al morir en la cruz para cargar con el castigo por todas nuestras iniquidades (1 Pedro 2:24). Pero, tres días más tarde, resucitó. La Biblia afirma: «En esto hemos conocido el amor, en que [Jesús] puso su vida por nosotros…» (1 Juan 3:16). El sacrificio de amor de Jesús a nuestro favor nos inspira ahora a mostrar amor genuino, «de hecho y en verdad» (v. 18), a las personas con quienes estamos relacionados.
Si pasamos por alto el sacrificio supremo de Cristo por nosotros, no veremos ni experimentaremos su amor. Considera hoy la relación entre su sacrificio y su amor por ti. Él ha venido a rescatarte.