En el libro de J. R. R. Tolkien, El hobbit, el mago Gandalf explica por qué escogió un pequeño hobbit como Bilbo para que acompañara a los enanos a pelear contra el enemigo: «Saruman cree que solo un gran poder puede mantener a raya el mal, pero mi experiencia es otra. Descubrí que son las pequeñas acciones diarias de personas comunes las que mantienen alejada la oscuridad; los pequeños actos de amor y bondad».
Esto es lo que Jesús también nos enseña. Al advertirnos que viviríamos en épocas de oscuridad, nos recordó que, por Él, somos «la luz del mundo» (Mateo 5:14), y que nuestras acciones serían nuestro poder contra la oscuridad, para la gloria de Dios (v. 16). Además, Pedro, al escribirles a los cristianos perseguidos, les pidió que vivieran de tal modo que aquellos que los acusaban «[glorificaran] a Dios en el día de la visitación, al considerar [sus] buenas obras» (1 Pedro 2:12).
Hay una fuerza que la oscuridad no puede contener: los actos de amor y bondad hechos en el nombre de Jesús. Los hijos de Dios que ponen la otra mejilla, recorren la segunda milla, y perdonan e incluso aman a sus enemigos tienen poder para frenar el mal. Por eso, busca hoy la oportunidad de realizar un acto de bondad para que la luz de Cristo alumbre a otros.