En una interpretación de Fernando Ortega del himno Tal como soy, puede oírse tenuemente en el fondo la voz de Billy Graham, recordando una enfermedad que padeció y durante la cual pensó que iba a morir. Mientras meditaba en su pasado, se daba cuenta de cuán pecador era y de cómo seguía necesitando el perdón de Dios cada día.
Graham estaba poniendo punto final al concepto de que, separados de Dios, estamos bien. Podremos sentirnos bien en lo personal, pero esta confianza debe proceder de la certeza de que somos hijos de Dios profundamente amados (Juan 3:16) y no de que seamos muy buenos (Romanos 7:18).
El primer paso para convertirse de verdad en una «buena» persona como seguidor de Cristo es dejar de simular que somos inherentemente buenos y pedirle a Dios que nos haga lo mejor que podamos ser. Fracasaremos muchas veces, pero Él seguirá ayudándonos a crecer y transformándonos. El Señor es fiel y, a su manera y en su tiempo, lo hará.
En sus últimos años, el escritor del himno Sublime gracia, John Newton, sufría de demencia senil y lamentaba haber perdido la memoria. No obstante, afirmaba con confianza: «Recuerdo dos cosas: soy un gran pecador y Jesús es un grandioso Salvador». En lo que respecta a la fe, estas son las únicas cosas que una persona necesita saber.