Durante el ensayo de la ceremonia de bodas de mi hermano, mi esposo tomó una foto de los novios mientras se miraban delante del pastor. Más tarde, nos dimos cuenta de que el flash de la cámara había iluminado una cruz de metal en el fondo, la cual aparecía como una imagen resplandeciente encima de la pareja.
La fotografía me recordó que el matrimonio es un cuadro del amor de Cristo hacia la iglesia, demostrado en la cruz. Cuando la Biblia instruye a los maridos a amar a sus esposas (Efesios 5:25), Dios compara esa clase de afecto fiel y generoso con el amor de Cristo a sus seguidores. Debido a que Él entregó su vida en sacrificio por amor, debemos amarnos unos a otros (1 Juan 4:10-11). Jesús murió en nuestro lugar para que nuestro pecado no nos mantuviera separados de Dios eternamente. Él puso en práctica las palabras que les expresó a sus discípulos: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15:13).
Muchos padecemos la angustia del abandono, el rechazo y la traición. A pesar de todo esto, por medio de Cristo podemos comprender la naturaleza sacrificada, compasiva y perseverante del amor verdadero. Hoy recuerda que Dios te ama. Jesús lo expresó con su vida.