El legendario entrenador de baloncesto John Wooden (1910-2010) estaba convencido de que el carácter es mucho más importante que la reputación. «Tu reputación es lo que otros perciben que eres —solía decirles a sus jugadores—, pero tu carácter es lo que eres en realidad. Tú eres el único que conoce tu carácter. Puedes engañar a otros, pero no a ti mismo».
En el libro de Apocalipsis, encontramos las palabras del Cristo resucitado a las siete iglesias de Asia. A la iglesia de Sardis, le señaló: «Yo conozco tus obras, que tienes nombre [reputación] de que vives, y estás muerto» (Apocalipsis 3:1). El Señor sabía la verdad sobre ellos, y sin duda, en lo profundo de su ser, ellos también. Jesús les dijo que se despertaran y que fortalecieran su vida espiritual, que estaba a punto de morir (v. 2). Los instó a recordar la verdad que habían recibido y obedecido, y de la cual se habían alejado (v. 3).
Cuando el Señor nos muestra qué está mal en nuestra vida, siempre provee un remedio para que cambiemos. Si nos alejamos de nuestros pecados, Él nos perdona y nos fortalece para que empecemos de nuevo.
¡Cuán liberador es cambiar una falsa reputación espiritual por el carácter auténtico y vivificador que procede de conocer a Cristo nuestro Señor!