En Gales, la música de grupos corales masculinos está profundamente arraigada en la cultura. Antes de la Segunda Guerra Mundial, había un coro galés que tenía una rivalidad amistosa, pero competitiva, con un coro alemán, pero ese vínculo fue sustituido por rencor durante y después de la guerra. No obstante, la tensión fue superada gradualmente por el mensaje grabado en el trofeo que compartían ambos grupos: «Habla conmigo y eres mi amigo. Canta conmigo y eres mi hermano».
El poder de la música para sanar y ayudar es un don de Dios que consuela a muchos. Quizá por esta razón, los Salmos nos hablan de una manera tan íntima. Allí encontramos versos que se conectan con nuestro corazón y permiten que le hablemos al Señor desde la profundidad de nuestra alma: «Pero yo cantaré de tu poder, y alabaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia» (Salmo 59:16). ¡Es asombroso que David haya escrito esta canción mientras lo perseguían hombres que querían matarlo! A pesar de sus circunstancias, el salmista recordó el poder y la misericordia de Dios, y cantar sobre estos atributos lo alentaba a seguir adelante.
Que nuestro Dios nos dé hoy una canción que nos recuerde su bondad y grandeza, sin importar qué estemos enfrentando.