Al leer el libro de Jueces, con sus batallas y guerreros poderosos, a veces puede parecer que uno está leyendo una historieta de súper héroes. Tenemos a Débora, Barac, Gedeón y Sansón. Sin embargo, en la lista de jueces (o libertadores), también encontramos a Otoniel.

El relato de su vida es breve y directo (Jueces 3:7-11); sin dramatización ni demostraciones de valentía. Pero sí vemos lo que Dios hizo a través de él: «El Señor levantó un libertador» (v. 9), «el Espíritu del Señor vino sobre él» (v. 10) y «el Señor entregó en su mano a Cusan-risataim rey de Siria» (v. 10).

El relato sobre Otoniel nos ayuda a concentrarnos en lo más importante de la vida: la actividad de Dios. Historias interesantes y personajes fascinantes pueden ensombrecer esta verdad. Entonces, terminamos enfocados en ellos y no vemos lo que el Señor está haciendo.

Cuando era joven, deseaba tener mayor talento para poder guiar más personas a Cristo. Pero estaba mirando en la dirección equivocada. Dios suele utilizar personas comunes y corrientes para hacer su obra fuera de lo común. Lo que glorifica al Señor y atrae a otros hacia Él es su luz que brilla a través de nuestra vida (Mateo 5:16).

Cuando otros observen nuestra vida, es más importante que vean a Dios y no a nosotros.