Hace unos cuantos años mi hija Libby corrió en la Maratón
de Chicago. Estaba tan orgulloso de su entrenamiento y su
perseverancia. De más está decir que mi esposa Martie y
yo nos presentamos para vitorearla a lo largo del recorrido y
encontrarnos con ella en la meta con la cámara disparando y
flores en mano. Observarla encendió mi interés en las maratones
— esas pruebas de resistencia masivas y extenuantes de 42
kilómetros de largo. Al captar el evento ese día, note que a lo largo
del camino los amigos les lanzaban toallas a los corredores y les
daban tazas de agua para que tomaran. Se hizo evidente que los
compañeros eran esenciales para el éxito de los corredores.
Así es con la perseverancia. No se puede correr la maratón de
la vida sin ella. Especialmente durante las épocas difíciles.
No es de sorprender que el autor de Hebreos les escribiera a
sus lectores, quienes se encontraban bajo una severa presión: «Por
tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de
testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan
fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que
tenemos por delante» (12:1). La carrera señalada para ellos era
como una pista de obstáculos. Era necesario que corrieran a pesar
del rechazo, la pérdida de amigos, las dificultades económicas, y la
persecución diaria. La perseverancia tendría que ser su compañera
indispensable.
En el idioma griego original, la palabra perseverancia
literalmente significa «permanecer debajo» La perseverancia es la
capacidad de mantenerse bajo la presión de nuestra dificultad con
un espíritu firme y constante hasta que Dios haya terminado Su
obra. Generalmente queremos librarnos de la presión . . . terminar
. . . apresurar el buen tiempo.
Pero lo que Dios quiere es que con el tiempo florezcamos bajo
la presión. Podemos imitar a Jesús, «el autor y consumador de la
fe, quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz,
menospreciando la verguenza, y se ha sentado a la diestra del
trono de Dios» (v.2).
La perseverancia le da a Dios tiempo para hacer Su obra y
prepararnos para el futuro. —JS