Como todo lo demás en la vida cristiana, la paciencia es un arte
espiritual aprendido — tal vez uno de los más difíciles que se
puedan encontrar activos en nuestras vidas. La paciencia es la
habilidad de esperar bien, de someter nuestros horarios a los demás y
— lo más importante — al Señor. ¡Me gusta el término esperar pacientemente
porque la paciencia no es nada más que el arte de aprender a esperar!
El Diccionario Webster está de acuerdo. Para la palabra paciente, ofrece la
siguiente definición: «la voluntad o la capacidad de esperar.» ¡La
paciencia apuede ser especialmente desafiante en la época de Navidad
para aquéllos de nosotros que encuentran difícil esperar a ese momento
cuando podemos abrir todos esos regalos tentadoramente envueltos
bajo el árbol!

Pero no se trata solamente acerca de esperar para obtener lo que
queremos. En última instancia, se trata acerca de esperar a que Dios
cumpla Su agenda en nuestras vidas. Esperar a experimentar respuestas
a la oración, el cumplimiento de Sus promesas, el desarrollo de Su
carácter divino en nuestras vidas. El salmista nos alentó, «Confía callado
en el SEÑOR y espérale con paciencia; Espera en el SEÑOR y guarda
Su camino, y El te exaltará» (Salmos 37:7,34). La paciencia trata acerca
de cuánto confiamos en Dios. Cuanto más rápidamente nos pongamos
nerviosos en cuanto a la vida y a nuestros aprietos, tanto menos
realmente creeremos que Él está con nosotros y que tiene el control.

El apóstol Santiago sabía algo acerca de esperar — no sólo esperar
por algo que deseamos sino esperar en el Señor y confiar en Él durante
las épocas de intensa adversidad. En su carta a los cristianos judíos
dispersos y perseguidos de su tiempo, diez veces usó diversas formas de
las palabras esperar, paciencia, y perseverancia. Además de estos eventos, la
idea de esperar pacientemente se encuentra entretejida a lo largo de
todo el libro. Se requiere de mucha paciencia, por ejemplo, para «pronto
para oír, tardo para hablar, tardo para la ira» (Santiago 1:19).

Santiago era la persona indicada para transmitir un mensaje de
resistencia paciente en la prueba y de esperar pacientemente por el
retorno de Jesús. Debido a que Santiago era el medio hermano de Jesús
(Mateo 13:55) algunas personas podrían haber pensado que reuniría los
requisitos necesarios para un tratamiento especial. En vez de ello,
simplemente se identificó como un «siervo» de Jesús (Santiago 1:1).
Santiago no le ofreció a un grupo en gran necesidad de sabio consejo
una ruta de escape sino un camino a la madurez espiritual: Esperen
por el Señor. Y al seguir este camino, tú también descubrirás que vale la
pena esperarlo. —JS