Algunas veces es difícil ver el bien que Dios está haciendo.
Tal y como lo describí en un artículo anterior (14 de
diciembre) mi esposa experimentó graves dificultades
cuando estuvo embarazada de nuestro hijo menor. El año anterior
había desarrollado flebitis luego de un viaje en avión a través del
país con un niño de dos años sobre su regazo. Un coágulo de
sangre se había formado cerca de su tobillo y se había alojado en
el área abdominal de camino a su corazón. El doctor le dio
algunos medicamentos a Mary para deshacer el coágulo y nos
dijo que ella no debía quedar embarazada por al menos un año;
de otro modo sería probable que ella estuviera en el hospital
durante meses.
Pero tres meses después descubrimos que ella estaba
embarazada. Vivíamos día a día en ascuas, luchando por llegar
al final de cada semana sin tener que ir al hospital. Con dos
hijos menores de cinco años, era difícil para ella tener el descanso
que necesitaba.
El día más difícil fue cuando el doctor le dijo a Mary que
debía abortar a Josh. Le advirtió que los medicamentos que había
tomado para deshacer el coágulo probablemente había afectado
negativamente a nuestro bebé. Era muy probable que tuviéramos
un hijo deforme. De hecho, el doctor predijo que tendríamos un
«monstrito.» Ésas fueron sus palabras exactas. (¡Qué manera de
tartar a sus pacientes la de este tipo!)
Así que ahora no sólo nos enfrentamos con preocupaciones
por la salud de Mary, sino con la posibilidad de un hijo deforme.
La buena obra de Dios (Salmos 119:68) era difícil de ver. Pero
he aquí la buena noticia. Josh nació y era perfecto. Pudo haber
tenido alguna discapacidad y, sí, aún así habría sido un regalo de
Dios. Pero Dios nos mostró Su gracia y Josh nació sin defectos
físicos en absoluto.
Cada día del embarazo era un desafío para confiar en Dios y
para descansar en Su bondad. No podíamos ver el resultado. Sólo
podíamos confiar en Su carácter perfecto. Podemos confiar en
Dios cuando las circunstancias a nuestro alrededor se ven
sombrías. Estas palabras de la Palabra de Dios lo resumen de la
major manera: «Bueno eres tú; haz el bien.» —SF