Lo llamamos Liga de la integridad, pero es solo un puñado de hombres que nos reunimos a la hora de almorzar para jugar al baloncesto. Nosotros mismos cobramos las faltas, evitamos los arrebatos de ira, y tratamos de mantener una atmósfera cortés y agradable. Somos competitivos y no nos gusta perder, pero todos coincidimos en que la integridad y la honestidad deben reinar.
Integridad… las Escrituras señalan claramente la importancia de esta característica, y honramos a Dios con nuestra vida cuando la ponemos en práctica.
A través de su Palabra, el Señor nos ha dado razones claras para andar en integridad (Salmo 26:11). La persona íntegra se asegura una vida tranquila; algo desconocido para «el que pervierte sus caminos» (Proverbios 10:9). Al creyente que vive con integridad, lo preserva su confianza en Dios, ya que espera que Él intervenga en su vida en vez de dejarlo solo (Salmo 25:21). El que practica la integridad recibirá guía e instrucciones claras (Proverbios 11:3).
¿Por qué debemos ocuparnos de la «Liga de la integridad» en la vida? Porque obedecer a Dios en esto demuestra que confiamos plenamente en Él y que deseamos reflejar su gran amor ante los demás.