En su libro The Mongols (Los Mongoles), David Morgan registra
las masivas conquistas de Genghis Khan. Para 1242, los
Mongoles se habían propagado por toda Asia, alcanzando
el Mar Adriático, y estaban listos para ocupar el continente de
Europa.

El libro contiene algunas estrategias de batalla curiosas
pero muy efectivas que el gran caudillo asiático adoptó. Genghis
Khan ofreció retirar el sitio que le había puesto a una ciudad
fortificada. Todo lo que pidió fue mil gatos y diez mil golondrinas.
Los habitantes de la ciudad debieron haber pensado que era
una petición curiosa, pero al sentir la desesperación de los
inminentes estragos, accedieron de buena gana. Pronto, cientos
de gatos y aves estaban siendo entregados al ejército fuera de
las puertas de la ciudad.

Cuando se dio cuenta de todos los animales, Genghis
Khan dio la orden de impregnar las colas de cada gato y ave
con material inflamable. Luego se les prendió fuego, y cuando
los animales domésticos fueron liberados, éstos instintivamente
regresaron a casa. En la confusión que siguió, la ciudad se
incendió y el ejército pudo abrir una brecha en las puertas y
ocuparla.

La Biblia habla acerca de un enemigo espiritual a las puertas
del creyente. Pedro nos dijo, «Sed de espíritu sobrio, estad alerta.
Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente,
buscando a quien devorar» (1 Peter 5:8). Pero Satanás es muy
inefectivo a menos que le demos un punto de apoyo (Efesios
4:27). A menudo, él busca acceso a través de alguna área de tu
vida que no ha sido entregada a Jesús.

Las mascotas domésticas en la ciudad sitiada fueron
inofensivas hasta que fueron entregadas al enemigo. Luego se
convirtieron en instrumentos de destrucción (2 Corintios 11:12-15;
1 Timoteo 3:6-7; Efesios 4:26-27). Lo mismo sucede con los hábitos
«preferidos» de nuestro pensamiento, hablar, o comportamiento
que no se entregan a Dios.

El remedio para este dilema se encuentra en el corazón.
Santiago escribió, «Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al
diablo y huirá de vosotros.» (Santiago 4:7). Con un enemigo a la
puerta, es la única elección sabia. —HDF