Recibí la siguiente nota de una amiga que trabaja en un orfanato en América Central. «Ayer, mientras estaba sentada en mi escritorio en la oficina, noté una estela de hormigas en el suelo. Al seguirla, quedé horrorizada al ver que miles de hormigas habían cubierto las paredes de todas nuestras oficinas — por dentro y por fuera. Había enjambres de ellas en el cielo raso, en el baño — en todas partes. Afortunadamente, de casualidad
Héctor tenía su bolsa de 10 galones de veneno para hormigas a la mano, y se puso a trabajar cubriendo nuestras paredes con el polvo blanco y venenoso. Menos de una hora después, las hormigas desaparecieron milagrosamente. Nuestros ojos estuvieron rojos y llorosos durante el resto del día por los gases, pero fue un pequeño precio a pagar por el brebaje que salvó a nuestro edificio administrativo de ser arrasado por un enjambre de insectos.»
Después de contra esta escalofriante historia de insectos, mi amiga escribió, «¿Y cómo fue tu día en la oficina?»
Como que nos da una perspectiva diferente, ¿no? Algunas veces necesitamos algo que nos recuerde que tenemos hermanos y hermanas cristianos que han renunciado a las comodidades de un lindo cubículo de oficina con rosquillas en el comedor y a ir a alguno de los restaurantes de la cadena Applebee’s en la esquina en el almuerzo. Dios nos llama a cada uno a ir por diferentes caminos en la vida, y algunos caminos están llenos de muchos baches. Trabajar en una oficina que suena como el escenario para la película de clase B Las Hormigas Asesinas de El Salvador probablemente no le sea atractivo a mi amiga, pero ella no está allí por los beneficios extra.
Ella y miles de otros cristianos han abandonado las comodidades «esenciales» para servir a Dios fuera de sus áreas de comodidad. Otro amigo y su familia viven en un país africano donde el SIDA aqueja a más del 50% de la población. Otro trasladó a su familia a la aldea primitiva de un pueblo que no tiene contacto con el mundo exterior y que considera que una vara es una comodidad moderna.
Aumentemos nuestros esfuerzos por apoyar y alentar a nuestros amigos que han dejado atrás sus comodidades para servir a Dios, y oremos por ellos. Las personas a las que están tratando de alcanzar son exactamente como nosotros — pecadores que necesitan un Salvador. Ayudémosles aquí en casa. —JDB