Michael Brown era un niño judío. Vivía en Nueva York y no le interesaban los asuntos espirituales. Su vida giraba alrededor de ser percusionista de una banda, y cayó en las drogas. Pero después, unos amigos lo invitaron a la iglesia, donde le resultaron irresistibles el amor y las oraciones de la gente. Después de una breve lucha espiritual, aceptó por fe a Jesucristo como su Salvador.
Esto produjo un cambio radical en este joven judío descarriado. Un día, le contó a su padre que había escuchado textos del Antiguo Testamento que describían a Jesús. Sin poder creerlo, el padre le preguntó: «¿Dónde?». Cuando Michael abrió su Biblia, era Isaías 53. Lo leyeron juntos, y el joven exclamó: «¡Es Él! ¡Es Jesús!».
Sin duda, es Jesús. Con la ayuda de los creyentes y la guía del Espíritu Santo, Brown (actualmente erudito bíblico y escritor) reconoció al Mesías de Isaías 53. Experimentó la salvación que transforma vidas, perdona el pecado y da vida abundante a todos los que confían en el «varón de dolores» (v. 3). Jesucristo es Aquel «herido por nuestras rebeliones» que murió por nosotros en la cruz (v. 5).
La Biblia nos revela a Cristo, el único que tiene poder para cambiar vidas.