Se le atribuye la siguiente cita al autor y juez Oliver Wendell Colmes: «No daría un pepino por el tipo de sencillez que existe a este lado de la complejidad, pero daría el mundo entero por la sencillez que existe al otro lado de la complejidad.»
El otro lado de la complejidad para los seguidores de Jesús es la sencillez de las buenas nuevas del amor de Dios. En Juan 3:16, uno de los versículos más famosos de la Biblia, Jesús respondió a dos preguntas que se relacionan con seguirlo a Él: ¿Qué necesita saber una persona? Y, ¿Qué necesita hacer una persona?
Lo primero que una persona necesita saber es que Dios amó al mundo. Las personas huyen de Dios porque no se dan cuenta de la primera parte de este versículo — Dios amó. Dios no estaba molesto con el mundo. Él estaba enamorado con el mundo porque lo había creado.
De tal manera amó Dios al mundo que hizo lo que hacen las personas que están enamoradas — Dios dio. Dios a Su único Hijo. No tenemos que saber cómo Caín y Abel consiguieron a sus esposas. Lo que necesitamos saber es que Dios amó al mundo y que dio a Su Hijo — el regalo más precioso que podía dar.
Entonces, ¿qué necesitamos hacer? El versículo dice: «para que todo aquel que cree en Él, no se pierda.» Lo que necesitamos hacer res creer, esto es, poner todo el peso a lo que Dios ha hecho en Jesús y por medio de Él. Por medio de la obra del Espíritu Santo, Él nos ha atraído hacia Él y nos habilitado para recibir el perdón de nuestros pecados.
¿Qué tenemos? Tenemos vida eternal. La vida eternal no es tan sólo la promesa de vivir para siempre; es la promesa de la vida con Dios y de una posición totalmente nueva con Él. Cuando confiamos en Jesús, tenemos la justicia de Jesús.
Recuerda — ¡Dios amó al mundo! ¡Dios dio a Su Hijo! ¡Creemos en Él! ¡Recibimos vida eterna! Es así de sencillo. —MW