En literatura, un error trágico es un defecto de carácter del personaje que causa la caída del héroe de una historia. Así sucedió con Uzías, quien fue coronado rey de Judá a los 16 años de edad. Durante muchos años, buscó al Señor; y mientras lo hizo, Él le dio grandes victorias (2 Crónicas 26:4-5). Pero las cosas cambiaron cuando «… su fama se extendió lejos, porque fue ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso. Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina…» (vv. 15-16).
Uzías entró en el templo del Señor para quemar incienso en el altar (v. 16), con lo cual desafió abiertamente la orden divina. Quizá su orgullo lo convenció de que las reglas de Dios se aplicaban a todos, menos a él. Cuando se enfureció contra los sacerdotes que le dijeron que estaba equivocado, el Señor lo castigó y se volvió leproso (vv. 18-20).
En la literatura y en la vida, vemos con frecuencia que una persona de buena reputación cae en desgracia y padecimientos. «Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa del Señor» (v. 21).
La única manera de impedir que el néctar del elogio se convierta en el veneno del orgullo es obedecer al Señor con un corazón humilde.