Hace 63 años, una joven recibió un diario por su cumpleaños No. 13. Nada especial, ¿cierto? Tal vez no, en ese momento. Pero esa joven era Ana Frank, y su diario ha continuado conmoviendo e inspirando a generaciones de lectores en unos 30 idiomas.
El diario de Ana Frank revela los pensamientos y sentimientos, temores y frustraciones de la adolescente, al tener que vivir escondiéndose de los nazis por casi dos años. La obra de Ana es una fotografía instantánea de lo que estaba sucediendo en el mundo a su alrededor, y de su esperanza en medio del odio y el terror. Y seguimos teniéndolo con nosotros hoy — todo debido a la fidelidad de Ana en la pequeñez de mantener un diario.
Las cositas pueden hacer una gran diferencia — y eso no es sólo algo que aprendemos de Ana Frank. Jesús les enseñó esa lección a Sus seguidores en Mateo 25. Contó una parábola acerca de un hombre rico que les dio a sus siervos la responsabilidad de parte de su dinero mientras él estuviera fuera. El siervo que le dio el mejor uso a su pequeña cantidad de dinero fue recompensado con diez veces la autoridad y la responsabilidad. Su jefe regresó y le dijo, «En lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré» (v.21).
Algunas veces la vida queda inundada bajo montones de cositas que parecen no importar: hacer mandados, terminar con lo último que queda de la tarea escolar, limpiar el baño (otra vez). Pero esas cositas se suman. A través de ellas aprendemos responsabilidad, cómo cuidar de las cosas que nos han sido confiadas. Dios quiere ver cómo manejamos lo que nos ha dado hoy — descubrir si podremos manejar responsabilidades más grandes en el camino. Y tal vez, si demostramos ser fieles, escucharemos lo que aquel siervo escuchó en la parábola de Jesús: «Bien, siervo bueno y fiel.» —TC