Mientras visitaba Malasia con algunos amigos, visité «El Castillo de Kellie». Las personas que viajan por la carretera desde Batu Gajah hasta la carretera de Ipoh Kuala Lumpur, nunca dejan de notar esta inusual edificación. La breve vista de la arquitectura italiana es algo totalmente inesperado en el área rural de Malasia.

La imagen —de ladrillo color crema asalmonado con manchas de estuco blanco, de longitud rectangular, atravesada por una variedad de arcos, clavado por una torre cuadrada, una saliente, y un bastión semi-circular— es lo suficientemente extraordinaria como para dar una sensación de desplazamiento, un cambio en el tiempo y en la geografía.

Por muchos años, la edificación, la cual recibió el sobrenombre de «El Castillo de Kellie» ha tenido la reputación de ser un enigma en los libros de viajes. La impresionante fachada recureda a la variada articulación de una mansión como Harwicke Hallen el norte de Inglaterra. William Kellie Smith, un comerciante inglés en Malaya, encargó la construcción de la edificación a comienzos del siglo 20. Sin embargo, su nuevo hogar todavía estaba inconcluso, cuando William dejó el país en 1926. Luego cayó enfermo y murió de neumonía. Ahora, la antigua e inconclusa mansión se conserva como un sitio turístico.

Aunque la edificación era magnífica, William Kellie Smith nunca tuvo una oportunidad de ver su culminación o de vivir allí. Esto me recuerda la parábola del hombre rico en la lectura bíblica de hoy. Él pensó que podía acumular riquezas para sí y vivir el resto de su vida con comodidad. No sabía que esa misma noche perdería la vida y todo lo que tenía no lo ayudaría. Jesús amonestó a la multitud a que en vez de ello acumulara riquezas en el cielo (Lucas 12:21,33).

¿Qué estamos acumulando para nosotros mismos? Puede que no sean riquezas, pero puede que haya otros tesoros terrenales en nuestro corazón. ¿Estamos construyendo nuestro propio reino o el reino de Dios? La vida es breve. Nunca sabemos cuándo dejaremos este mundo. Esforcémonos por vivir cada día con la eternidad en perspectiva.  —JL