Mi amiga Joann deseaba profundamente convertirse en concertista de piano, y viajar y tocar como solista o acompañante. Mientras estudiaba en la universidad para obtener su título, desarrolló una tendinitis en el brazo derecho, lo cual hizo que perdiera fuerza y no pudiera cumplir con el recital obligatorio como solista. Entonces, terminó graduándose como profesora de historia y literatura de la música.
Ella había aceptado a Cristo como Salvador, pero estuvo rebelada contra Él durante varios años. Más tarde, otras circunstancias difíciles hicieron que sintiera que el Señor estaba buscándola, y volvió a Él. Con el tiempo, su brazo recuperó la fuerza y pudo cumplir su sueño de viajar y tocar el piano. Declara: «Entonces, pude tocar para la gloria de Dios y no la mía. Su brazo extendido restauró mi vida espiritual y la fuerza en mi brazo para permitirme servirlo con el talento que Él me dio».
El Señor le prometió a Moisés que su brazo extendido rescataría a los israelitas de la esclavitud en Egipto (Éxodo 6:6), y cumplió su promesa a pesar de las dudas de su pueblo, a menudo rebelde (14:30-31). El brazo poderoso de Dios también se extiende hacia nosotros. Independientemente del resultado de lo que estemos atravesando, podemos confiar en que Él cumplirá su voluntad en cada uno de sus hijos. Podemos depender del brazo poderoso de Dios.