Si hubieses podido nacer en otro lugar y en otra época, ¿dónde te habría gustado estar y en qué momento de la historia? Recientemente me hice esta pregunta y mi respuesta me sorprendió. (Sí, a menudo hablo conmigo mismo, ¡pero los doctores dicen que sigo mejorando!) Considerándolo detenidamente, me di cuenta que mi primera elección fue regresar a la época del apóstol Pablo, su conversión y sus viajes posteriores. Pero algo no cuadraba. Me preguntaba que si iba a retroceder casi dos mil años, ¿por qué no ir tan sólo otros cinco años atrás para ver el último año de Jesús en la tierra?

Mmm, buena pregunta.
Tan sólo imagina estar allí cuando Pablo se convirtió y los
rumores que se esparcieron por las iglesias: «¡Pablo-el-perseguidor-se-ha-convertido-en-predicador-¿puedes-creerlo?!» Jesús ha resucitado y el poder del Espíritu Santo se está desencadenando. Vaya, ¡podría saber llevar la emoción de estar allí para verlo todo!

Pero retroceder unos cuantos años más me pone nervioso. ¿Qué papel desempeñaría yo a medida que pasan los últimos momentos de Jesús en la tierra? Al sanar Jesús la mano seca de un hombre en sábado, ¿mostraría yo un asombro agradecido, o reaccionaría como un fariseo cuyas reglas y costumbres religiosas se ven amenazadas? Cuando, con agudo dolor, Jesús lleva la cruz de madera por un camino lleno de polvo, ¿sería yo un discípulo gimiente o un espectador burlón?

Cuando la cruz de Jesús es levantada junto a la de dos ladrones, ¿me desmoronaría de dolor, o echaría suertes por Su ropa? Luego de la ascensión de Jesús al cielo, ¿sería yo uno de los 120 reunidos en ese aposento alto, o uno de los miles que originalmente siguieron a Jesús pero que después encontraron que el discipulado era demasiado duro?

O tal vez, ¿habría sido como Pablo — antogonista al principio, pero salvado por un encuentro dramático? ¿La realidad? Por Su gracia Dios eligió que fuera Su hijo (Efesios 1:4). Y aun si pudiera viajar en el tiempo, nada cambiaría Su relación conmigo. Junto con Pablo digo que mi salvación no trata acerca de lo que he hecho — es sólo una respuesta comprensible al amor lleno de gracia.  —SV