Hoy es uno de los días más grandes de compra de flores, de envío de tarjetas, y de llamadas telefónicas del año. El Día de la Madre se convirtió en un día festivo oficial en los EE.UU. hace casi cien años (seguido al poco tiempo por el inicio de una pequeña compañía llamada Tarjetas Hallmark. Es un día con el que todos nos podemos identificar — cada uno de nosotros tiene una madre. Ya sea que la relación con nuestra madre sea buena o mala, ya sea que vivamos cerca o lejos, ya sea que ella esté viva o haya fallecido, los pensamientos de nuestras madres despiertan muchas emociones.

Me pregunto qué clase de relación tuvo Jesús con Su madre. Estoy seguro que Él fue un Hijo considerado y amoroso. Pero hay un lugar en la Biblia en la que María parece molestar a Su hijo. En Juan 2, María y Jesús son invitados a una boda y el anfitrión se queda sin vino. María le dice a Jesús el problema, quien luego pregunta, «Dear Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí en esto? Todavía no ha llegado mi hora.» (v.4). A pesar de su renuencia, María les dice a los siervos que hagan lo que Jesús les diga.

María conocía a Su hijo mejor que cualquier otra persona. Ella lo observó crecer desde un bebé recién nacido hasta llegar a ser un maestro buscado y cautivador. Ella estaba segura que Él podía salvar la boda y mantener a los invitados felices. No está claro si María sabía que Jesús podía hacer un milagro; el pasaje continúa diciendo que éste fue «principio de sus señales» (v.11). Pero María tenía confianza en que Jesús sabría qué hacer. Ella había visto a su Hijo crecer hasta hacerse un hombre con el que los hombres podían contar. Y vez tras vez Jesús continuaría demostrándole a Su madre que ella tenía razón, hasta Su último aliento — una muerte que haría la salvación posible para toda la humanidad.

Este Día de la Madre, pensemos acerca del tipo de «hijo» que hemos sido. ¿Pueden nuestras madres, nuestras familias, y nuestros amigos contar con nosotros? ¿No les fallamos cuando piden nuestra ayuda? No podemos salvar el mundo, pero podemos ayudar a cuidar de las personas que amamos.  —TC