Era el primer día de clases en el Instituto Bíblico de Moscú, donde estaba enseñando a pastores rusos. Empecé pidiendo a los alumnos que dijeran sus nombres y dónde servían, pero uno de ellos me dejó estupefacto cuando declaró abiertamente: «¡De todos los pastores, yo soy el más fiel a la Gran Comisión!». Por un instante, quedé desconcertado, hasta que él, sonriendo, agregó: «La Gran Comisión dice que debemos llevar el evangelio hasta lo último de la tierra. ¡Pastoreo una iglesia al norte del Círculo Ártico, en una aldea llamada “Lo Último de la Tierra”!». Todos nos reímos, y continuamos con la clase.
Las palabras de aquel pastor, que servía en la Península de Yamal (que significa «lo último de la tierra»), transmiten un importante mensaje. En el último mensaje de Jesús a sus discípulos, dijo: «… y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8). Cada rincón de nuestro mundo, por más remoto que sea, debe ser alcanzado con el mensaje de la cruz. El Salvador murió por el mundo, y esto incluye personas que están cerca y lejos.
Cada uno de nosotros tiene la oportunidad de llevar el evangelio a las personas de «lo último de la tierra» donde vivimos. Independientemente de dónde estés, puedes hablar a alguien sobre el amor de Cristo. ¿A quién podrías testificarle hoy?