Una oficial de la policía en los Estados Unidos recibió una perturbadora llamada bastante inusual. A uno de sus colegas, un agente estatal fuera de servicio, se le bajó un neumático e iba a llegar tarde a un partido de hockey en el que tenía que jugar.
En ese momento, la oficial encendió su sirena de emergencia y aceleró, yendo más rápido que un disco lanzado por un tiro recibido para ayudar a su amigo. No fue una buena idea.
Mientras corría para auxiliar a su amigo, llegando a una velocidad de 180 kph, colisionó con otro automóvil. Nadie salió herido, pero los investigadores han acusado a la oficial del delito menor de falta de ética profesional flagrante. Si se la declara culpable, puede que pierda su licencia como agente de policía.
Tal vez su loca prisa por llevar a su amigo al estadio deportivo le haya costado muchísimo. ¿Has estado corriendo por la vida últimamente? ¿Estás apretando el pedal hasta el fondo cuando deberías tomar las cosas lentamente pero seguro?
Salomón escribió a su hijo como sólo un padre puede hacerlo acerca del riesgo de correr hacia la zona de peligro: «Hijo mío, no andes en el camino con ellos, aparta tu pie de su senda, porque sus pies corren hacia el mal, y a derramar sangre se apresuran» (Proverbios 1:15-16). Él quería impedir que su hijo se uniera a un grupo cuyas intenciones eran las de hacerles daño a los demás y apropiarse de lo que no les pertenecía.
Mientras te desplazabas por la vida a una velocidad ultrasónica, ¿te has visto tentado a pasar por encima de los demás o a apropiarte de algo que no te pertenece, a fin de satisfacer algún deseo egoísta? Puede suceder muy rápidamente.
¿Cómo podemos evitar esta trampa? Considera estas palabras: «El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción» (v.7). El temor descrito aquí tiene dos aspectos: dar un paso atrás temblando de miedo, y ser tiene dos aspectos: dar un paso atrás temblando de miedo, y seratraído hacia Dios con un respeto reverencial.
Al vivir en un respeto reverencial hacia Dios, sin apresurarnos hacia las cosas que Él desprecia, nuestro camino se hace segur Dejamos de correr hacia lo que pensamos que necesitamos y comenzamos a descansar en lo que Él provee. —TF