Creo que hago un trabajo bastante bueno cuando se trata de cuidar mi apariencia física. Quiero decir que me ducho todos los días y uso desodorante, me cepillo los dientes y uso el hilo dental. Me saco la bacteria asquerosa de la lengua y hago gárgaras con enjuagues de menta. Me cambio los calcetines con regularidad, me cepillo el pelo y me lo corto cada dos semanas. Trato de hacer un buen trabajo con la higiene personal porque creo que es importante… para no mencionar el beneficio que representa para quienes me rodean. Sin embargo, tengo que admitir que necesito rabajar más en lo que respecta a cuidar mi mente.

En Colosenses 3:2, Pablo usó el verbo poneren relación con la mente. Dijo a sus hermanos en la fe que siguieran permitiendo que los pensamientos sobre Jesús gobernaran sus mentes. El poner nuestra mente en Jesús no debería ser algo al azar, sino consecuenete e intencionado. Debemos fijar nuestra mente en quién es Jesús, siempre echando una nueva mirada a Él y a lo que dijo.

Este versículo no significa que nunca debamos pensar en cosas terrenales: dinero, casas, autos, trabajo, escuela y familia. Sin embargo, estas cosas no deben ser nunca nuestro máximo nuestra meta mayor ni nuestro más grande maestro. Como seguidores de Jesús somos llamados a seguir moviendo los pies en el mundo mientras recibimos órdenes del cielo. Debemos tener la mente en el cielo de manera que hagamos que la tierra se parezca más a aquello para lo que Dios la creó.

El propósito de nuestra trayectoria es ser conformados a la imagen de Jesús (Romanos 8:29). Por tanto, llenemos nuestra mente de cosas que lo honren. Nuestros pensamientos son la suma total de nuestro carácter. Así que tratemos de hacer un mejor trabajo con nuestra higiene mental esta semana. Nos beneficiará a nosotros y a los que nos rodean.  —MW