En el fútbol estadounidense, los mariscales de campo tienen que ser fuertes, física y emocionalmente. Uno de los más fuertes fue Jim Kelly, quien pasó más de 35.000 yardas y llevó al equipo Buffalo Bills a cuatro campeonatos nacionales, soportando la desilusión de nunca ganar ninguno. Sin embargo, es posible que la gente recuerde como la mayor victoria de Kelly los comentarios que hizo en Canton, Ohio, en agosto de 2002 cuando fue incorporado en el Salón de la Fama del fútbol profesional. En vez de complacerse en la fama y la gloria que le correspondían debidamente, Kelly llevó la atención hacia su hijo.

Hunter Kelly, su niño de 5 años de edad, sufre de la enfermedad de Krabbes, un raro trastorno degenerativo del sistema nervioso que lo ha dejado sin habilidades motoras. Kelly habló de que nunca había podido jugar pelota ni acampar con su hijo, y sin embargo, se sentía bendecido por tener un hijo con necesidades especiales. Su única oración era que Hunter viviera lo suficiente para ver a su papá entrar en el Salón de la Fama.

Al final de sus comentarios, Jim Kelly se volvió hacia su hijo y dijo: «Se ha escrito a lo largo de toda mi carrera que la fortaleza es mi característica. Y bien, la persona más fuerte que he conocido en mi vida es mi héroe, mi soldado, mi hijo Hunter. Te quiero, muchachito.» Y 17.000 personas se pusieron de pie para aplaudir y llorar.

La vida sabe cómo reorganizar nuestros conceptos de debilidad y fortaleza. Y Dios definitivamente mide la influencia por su propia y singular balanza.

Pablo dijo a los corintios: «Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento; no hubo muchos sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; para que nadie se jacte delante de Dios» (1 Corintios 1:26-29).

En Cristo, la persona más débil con una fe sincera es un hér en el salón de la fama de Dios.  —DCM