En un episodio de un antiguo programa de la TV estadounidense titulado «Políticamente incorrecto», el anfitrión estaba hablando de las reglas para las relaciones sentimentales desde el punto de vista masculino. Con respecto al sexo dijo: «A menos que ustedes [las mujeres] estén dispuestas a darnos sexo siempre que queramos, no tienen derecho a quejarse si usamos pornografía.» Las tres invitadas femeninas estuvieron de acuerdo en que la regla tenía sentido.
Esta «regla» demuestra la actitud distorsionada hacia las relaciones sexuales que prevalece en nuestra sociedad. Lee otra vez Cantar de los Cantares 8:8-10. Hace años, cuando estaban planeando el futuro de su hermana joven, unos hermanos estaban preocupados por la pureza sexual de ella antes de que se casara. «Si es una muralla», es decir, una muchacha resuelta a mantener sus normas morales y a resistir las relaciones sexuales prematrimoniales, sus hermanos la celebrarían, la fortalecerían y la alentarían. Sin embargo, «si es una puerta», es decir, una muchacha promiscua y sexualmente accesible a todos los hombres que le hagan insinuaciones, ellos tendrían que restringirla y apartarla completamente de los hombres. Entonces, después que los hermanos hicieron sus declaraciones, la hermana proclamó su pureza sexual: «Yo soy una muralla.» ¡Qué testimonio!
Dios quiere que seamos santos manteniéndonos alejados del pecado sexual. Sé que parece que Dios dice NO cuando nuestros cuerpos dicen SÍ. Pero lo que Él quiere es que aprendamos a tener control y disciplina. Dios quiere darnos Sus deseos y el poder de realizar esos deseos. La norma de pureza sexual tiene su fundamento en la pureza moral de Dios. Él nos dio reglas sobre el sexo, no para herirnos ni echar a perder la diversión, sino para protegernos y sacar el máximo provecho de Su don para nosotros.
¿Eres muralla o puerta? —MW