Una leyenda oriental dice que un día aparecieron diez soles en el cielo. Puesto que el calor era insoportable, enviaron a un fuerte arquero a disparar contra nueve de ellos. Él lo consiguió y fue hecho emperador. Pero era malo.Su deseo de gobernar para siempre casi se hizo realidad cuando obtuvo una píldora que se decía aseguraba la inmortalidad. Su esposa, Chang-E, robó la píldora y la consumió para poder salvar al pueblo de la tiranía de él. Entonces ella flotó hacia la luna llevándose el conejito que tenía de mascota.

Muchos chinos recuerdan a Chang-E, la dama en la luna, y su conejito cuando comen pasteles de luna y llevan linternas durante la celebración del Festival de Mediados de Otoño (más conocido como el Festival de los Pasteles de Luna).

Suena increíble, ¿verdad? Sobre todo porque el hombre ha caminado sobre la luna y no encontró a Chang-E… ¡ni ningún conejito! A pesar de eso, el festival todavía se celebra en países adonde hay muchos chinos. Esto es porque Chang-E es un símbolo de coraje y altruismo. A los que celebran no les importa si esa persona existe o no.

En el libro de Levítico, la Pascua y la fiesta de los panes sin levadura no son simplemente otro grupo de festivales hechos por el hombre. Detrás de los mismos no hay leyenda que celebrar ni tampoco virtud humana. Los festivales son días para que los judíos recuerden un acontecimiento significativo que en realidad sucedió en la historia cuando Dios intervino para rescatar a la antigua Israel de la esclavitud. Los israelitas no se lo merecían; algunos ni siquiera lo agradecieron. Pero Dios, aún así, fue su Redentor misericordioso.

Había otra razón para observar estas fiestas y festivales designados. El pueblo tenía que recordar que Dios es santo, apartado, y que está por encima de toda la creación. También había de recor dar que este Dios santo los hace a ellos santos. Esto es, los aparta de todo el mundo y de todo lo demás para Su propio buen propó sito. ¡Qué gran privilegio! Pero ¡qué inmensa responsabilidad también!  —Lim Chien Chong