Los valores del reino que Jesús vino a establecer eran totalmente diferentes a los de Su época. Los fariseos y los maestros de la ley clamaban por ser el centro de la atención pública y buscaban que las multitudes los adularan. Muchos de nosotros todavía seguimos haciendo lo mismo.

En Lucas 14, Jesús narró una parábola que les enseñaba a Sus seguidores a no ser así. Habla de las personas que eligen los lugares más honorables en una fiesta de bodas (vv. 7-8). Dijo que se avergonzarían cuando el anfitrión les pidiera públicamente que ocuparan el lugar que les correspondía (v. 9). Siguiendo con Su historia, el Señor se refirió a quiénes invitar a tales cenas y dijo que no tenían que ser ni amigos ni familiares, sino que «cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar…» (vv. 13-14).

¿Estás decepcionado porque no formas parte del grupo más elitista de tu iglesia o de tu vecindario? ¿Atascado en el segundo peldaño de la escalera social cuando deberías estar en el octavo o, al menos, subiendo? Escucha lo que dijo Jesús: «… cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido» (v. 11). ¡Esta es la metodología fundamental y al revés del reino de Dios!