Una madre le pidió a su hijo de cinco años que fuera a la despensa a buscar una lata de sopa de tomate, pero él se negó y protestó, diciendo: «Está oscuro». La mamá le aseguró a Juancito: «Está bien. No tengas miedo. Jesús está ahí». Entonces, el niño abrió la puerta lentamente y viendo la oscuridad, gritó: «Jesús, ¿podrías alcanzarme una lata de sopa de tomate?».
Esta historia cómica sobre el miedo de Juancito me recuerda a Gedeón. El Señor se le apareció y lo llamó «varón esforzado y valiente» (Jueces 6:12), y después le dijo que librara a Israel de la mano de Madián (v. 14). Pero su respuesta temerosa fue: «He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre» (v. 15). Aun después que el Señor le dijo a Gedeón que, con Su ayuda, derrotaría a los madianitas (v. 16), él seguía con miedo. Entonces, le pidió a Dios que enviara señales para confirmarle que esta era Su voluntad y que le daría poder para lograrlo (vv. 17, 36-40). Así que, ¿por qué el Señor se dirigió al miedoso Gedeón llamándolo «varón esforzado y valiente»? Por lo que, en el futuro, él llegaría a ser con Su ayuda.
Quizá nosotros también desconfiemos de nuestras capacidades y potencial, pero nunca dudemos de lo que Dios puede hacer con nosotros cuando confiamos en Él y lo obedecemos. El Dios de Gedeón es el mismo que nos ayudará a llevar a cabo todo lo que nos pide que hagamos.