El médico australiano Philip Nitschke está trabajando en una maquinación para suicidarse que él llama «la píldora pacífica». Cuando le preguntaron quién calificaría para acceder a ella, Nitschke respondió: «Todo el que la quiera.» Este médico cree que la píldora debería estar disponible en supermercados «de manera que los que son suficientemente mayores como para entender la muer te puedan obtenerla pacíficamente cuando ellos quieran».
Desde que la gente ha estado muriendo ha habido personas que ven la muerte como una salida del dolor y el sufrimiento. Job sabía algo de eso. Él perdió su medio de subsistencia, sus hijos, su salud. Yo me pregunto si hubiera optado por la «píldora pacífica» en caso de haber estado disponible en el mercado local.
Puede que no comprendamos cómo es la vida para alguien que está incapacitado, crónicamente enfermo o que se deprime a menudo. Pero todos hemos tenido luchas que nos han abatido. Si tenemos a Jesús como Salvador, hay una verdad de la que siempre podemos estar seguros, cualesquiera que sean nuestras circunstancias: tenemos paz con Dios porque Jesús cargó con el pecado que nos mantenía separados de Él. «Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Romanos 5:1).
Podemos tener la paz de Dios incluso en medio de la tristeza y la incertidumbre. En Juan 16:17-33, Jesús dijo a sus discípulos que Él iba a morir y que ellos se afligirían, pero que encontrarían la paz al saber que viviría otra vez y estaría con el Padre. «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz…» (v.33).
Y la paz que Jesús ofrece no se puede comparar con nada que podamos encontrar en la tierra: ni píldoras, ni productos ni procesos. «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Juan 14:27). Y tenemos al Espíritu Santo para que nos lo recuerde (v.26).
¿Te identificas con estas palabras de Job: «No tengo reposo ni estoy tranquilo, no descanso, sino que me viene turbación»? (Job 3:26). No busques la paz en ningún otro sitio que no sea en Jesús. —TC