Durante años, he tenido el privilegio de acompañar a jóvenes en ocho viajes misioneros. Algo que aprendí en esas excursiones es que las personas de esa edad son lo suficientemente adultas como para producir un impacto por el nombre de Jesús; ya sea en mí o en la vida de otras personas con las que interactúan.
También he observado que los que más impacto producen por Cristo son aquellos que cumplen con los requisitos que Pablo le mencionó a Timoteo en 1 Timoteo 4:12. Para tratar de convencerlo de que su juventud no iba en detrimento de su ministerio, Pablo le dijo a su hijo espiritual: «sé ejemplo de los creyentes» en diversas áreas.
En palabra: Los jóvenes que marcan una diferencia para Cristo controlan lo que hablan, evitan las charlas negativas y dicen palabras que honran a Dios. En conducta: Los que tienen una conducta discreta brillan en el mundo a la vista de todos. En amor: Al prestar atención a las palabras de Jesús sobre amar a Dios y al prójimo (Mateo 22:37-39), agradan al Señor y conmueven los corazones. En fe: Los que ponen en práctica su fe transforman vidas. En pureza: Es difícil ser moralmente puro y doctrinalmente sano, pero los jóvenes que lo consiguen pueden establecer el parámetro para todos los demás.
Las palabras de Pablo no son solo para la generación joven; todos deberíamos ser un ejemplo en palabra, conducta, amor, fe y pureza. Así producimos un impacto por Cristo.