Una noche, mi hijo pequeño y yo estábamos viendo Star Search en la TV [Búsqueda de estrellas]. Estaba tan impresionada con los cantantes, bailarines y comediantes que comencé a imaginar que yo estaba haciendo todas esas cosas maravillosas.
Medio en broma, medio buscando un cumplido, le pregunté a mi hijo: «¿Crees que podría tener éxito en Star Search?» De repente su rostro se congeló y quedo extrañamente cautivado por una palomita de maíz vieja que había debajo de uno de los cojines del sofá. Estaba segura de que no había escuchado mi pregunta, así que me incliné más cerca, con las cejas levantadas, medio sonriendo, y repetí: «¿Crees que podría tener éxito en Star Search?» Luego de otra pausa farfulló: «No. Creo que sólo te darían una estrella. No creo que se reirían de tus chistes, y estás demasiado vieja para bailar.»
Muy bien, entonces puede que no sea material para Star Search, pero no importa lo vieja que esté o cuán «opacos» sean mis talentos, todavía estoy hecha a la imagen de un Dios creativo y tengo capacidades especiales que Él me ha dado.
Y tú también. Dios nos ha dado a cada uno de nosotros ciertos dones que Él quiere que usemos para su gloria (Romanos 12:6). Puede que seas músico, maestro o un predicador talentoso. O puede que tus puntos fuertes se encuentren en organizar detalles, en ofrecer hospitalidad o cuidar ancianos.
Nuestros dones y talentos son importantes. Muestran que nuestro Creador es un Dios vibrante, vivificador e imaginativo. Pero el don en particular que tienes no importa tanto como la disponibilidad que muestres de ser usado por Dios, y el grado en el que demuestres depender de Él como un niño. Él nos ha dado su Santo Espíritu, quien nos habilita para servirlo. Debemos estar abiertos a diversas oportunidades para el ministerio, incluso si no se trata de la más elegante de las tareas. Y debemos ser conscientes d que es sólo debido a la gracia que tenemos algo que ofrecer a los demás.
¿Has encontrado algún lugar donde usar los dones que Dios te ha dado? —AS