JERUSALÉN 37 D.C.

Nuestro equipo de noticias se encontraba en Jerusalén tras la pista de un tipo llamado Saulo. Éste había estado saliendo en los titulares de las noticias por sus violentos esfuerzos de erradicar una nueva religión. Primero trabajaba independientemente, pero después recibió autorización de la oficina principal para hacer lo que fuera necesario para eliminar esta nueva secta.

Nos enteramos de que se dirigía a Damasco, así que nuestro equipo se apresuró a tomar la Autopista 60. Dondequiera que nos deteníamos nos hablaban de personas que habían sido golpeadas, echadas en la cárcel e incluso muertas por Saulo y sus fuerzas.

Entonces las cosas se enfriaron. Dejamos de escuchar informes de crueldad o encarcelamientos. Cuando nos acercamos a Damasco nos informaron que el hombre había experimentado cierto tipo de conversión religiosa dramática que lo había dejado ciego.

Cuando finalmente lo encontramos cerca de la calle Derecha, nos asustamos. Aquel hombre no era ningún verdugo enardecido. Era un hombre humilde y de voz suave. Pero cobró vida cuando le pregunté la razón del cambio en su comportamiento

«Una luz cegadora me tumbó de mi caballo. Una voz del cielo me preguntó por qué lo perseguía. Sabía que era Jesús. Cuando razonó conmigo se me hizo más difícil seguir luchando contra su voluntad. ¡Cómo captó mi atención! En ese mismo momento creí en Aquel a quien había estado tratando de detener. Estuve ciego hasta que llegué a casa de Ananías en Damasco. Jesús me devolvió la vista, y ahora deseo trabajar tan arduamente para Él como lo hice antes en su contra. Él me ha dado una misión especial para llevar su mensaje a los gentiles.»

Hicimos un par de preguntas más, tomamos unas cuantas fotos, y regresamos a Jerusalén con nuestra historia. Pero yo no soy el mismo y los miembros de mi equipo de noticias tampoco. Jessica, nuestra fotógrafa, dijo: «Espero que Dios no tenga que hacer nunca algo así para captar mi atención.» Y Eric, el productor, comentó que si Jesús podía cambiar a Saulo, podía cambiar a cualquiera.

He aquí las preguntas que yo me hago todavía: «¿Qué tendrá que hacer Dios para captar toda mi atención? ¿Estoy abierto al plan de Dios para mí? ¿O estoy tan involucrado en mi propio mundo que Él tendría que tumbarme de un caballo para que yo lo escuchara?»  —DCE