Un concierto que rompe el tímpano. Un juego de baloncestocerrado. Un truco fantástico en una reunión de jóvenes. Séque la gente joven puede ser ruidosa. Los he oído.Hay algo indiscutiblemente enérgico en una habitación adondehay mucho ruido. La gente se emociona con lo que está pasando. Ycuando la gente que tienes a ambos lados está gritando, es más pro-bable que grites tú también.
Ahora imagínate que estás en un concierto, y la banda acaba determinar su canción No. 1. Pero por alguna razón, nadie hace ruido.¿Estarías dispuesto a ponerte de pie tú solo y gritar? Incluso si estuvie-ras seguro de que la canción fue maravillosa, y que todo el que terodea debería volverse loco de emoción, tú estarías un poco renuentea gritar.
Para el autor del Salmo 96, Dios era alguien por quien había quehacer ruido. El salmo comienza con un par de sugerencias. Cantad.Proclamad. Lo que sea, pero abre la boca y deja que fluyan las pala-bras sobre Dios.
Tal vez rechaces esa idea. Algunas personas espiritualizan su con-versación hasta llegar a un exceso falso. Pero es igual de falso elimi-nar a Dios de nuestra conversación diaria. Todos los días vemos susobras maravillosas, tanto de maneras general como específica. Y todoslos días su carácter es el mismo.
No estoy sugiriendo que te pongas de pie en el trabajo y empiecesa gritar. Pero tampoco deberías quedarte callado. He aquí unas cuan-tas aplicaciones:
•Cuando la gente empieza a cantar en la iglesia o en un estudiobíblico, ese no es el momento de volverse y conversar porque tienesruido de fondo, ni de desconectarse mentalmente y soñar. La mayoríade las canciones o himnos de adoración alaban a Dios por ser quienes y por lo que ha hecho.
•Da a Dios algún crédito. Cuando tus amigos noten lo bien quemanejas los problemas o lo gozoso que estás, diles cuál es la verdade-ra razón.
•Cuando alguien hable sobre algo que Dios haya hecho, no tienesque gritar «¡Amén!» (aunque bien puedes). Pero sí puedes reafirmar aesa persona expresando lo que él o ella ha experimentado.
No siempre tienes que hacer ruido, pero puedes al menos dejarque te escuchen. —JC