Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, miles de afroa-mericanos se ofrecieron como voluntarios para pelear por supaís. Pero las leyes segregacionistas, conocidas en los EstadosUnidos como «las leyes de Jim Crow«, estaban en pleno vigor, inclusoen el ejército. La segregación era rampante. Los soldados negros aveces eran colocados en trabajos más peligrosos que los blancos. Alos negros se les negaba la entrada en las escuelas especialistas delejército. No se les permitía comandar a los oficiales blancos. Les serví-an comida de menor calidad, y los obligaban a viajar a la ciudad enautobuses militares separados.

Pero el 26 de diciembre de 1944, durante los peores días de laBatalla del Bulge, el ejército estadounidense emitió una orden de quelos voluntarios afroamericanos fueran integrados a las unidades blan-cas de combate, un cambio que marcó el comienzo del final del ejér-cito de «Jim Crow».

Hace más de 2.000 años, el día más oscuro de la historia humana,el Señor Jesús dio un grito victorioso: «Consumado es.» La obra queJesús terminó fue su vida perfecta y su muerte expiatoria en la cruzpor los pecadores. La sangre de Jesús trajo redención y perdón atodos los que creen en Él, creando así un ejército multinacional. Lamuerte de nuestro Señor suplica a los pecadores comprados con san-gre de todas las culturas que trabajen juntos como una congregacióny un ejército integrados, adorando al Cordero y peleando en la bata-lla contra Satanás.

Lee Apocalipsis 7:9-17. Juan vio a un grupo de personas cuyasvidas fueron compradas por la sangre de Jesucristo. Estas personaseran de toda tribu, lengua, pueblo y nación. A una voz, este granejército integrado cantó una canción de alabanza y regocijo: «La sal-vación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y alCordero» (v.10).

Durante estos días de la «Batalla por la Iglesia», los seguidores deJesús de diferentes culturas deben poner en práctica la realidad deser comprados por Su sangre. Debemos vivir, adorar, cantar, orar yentrar en combate mano a mano. En cuanto dependa de ti, niégate aque Satanás te use para debilitar el ejército cristiano por medio detácticas divisorias de prejuicio y discriminación. Además, deja que elEspíritu Santo te use para crear una atmósfera de unidad impenetra-ble y un amor genuino entre los hermanos cristianos.

«Jim Crow» no cabe en el ejército, y tampoco tiene lugar en elcuerpo de Cristo.  —MW