El cantante Lance Bass del grupo NSync trató de viajar al espa-cio como turista en la Estación Espacial Internacional. Los médi-cos aprobaron su condición física para despegar, pero Bass nopudo conseguir todo el dinero que eso conlleva.
Si Bass es lo suficientemente paciente, podrá sencillamente subir aun ascensor y pulsar un botón hasta el último piso. Los científicosestán tratando de construir un ascensor de casi 100.000 kilómetros dealtura hasta el espacio, y dicen que sucederá dentro de 12 ó 15 años.Todo lo que necesitan son 5.000 millones de dólares.
La fascinación de elevarse a grandes alturas no es nada nueva.Hace mucho tiempo, en la historia antigua, algunas personas se jun-taron para usar su alta tecnología (ladrillo y asfalto en lugar de piedray mezcla)para construir una torre que llegara hasta el cielo. ¿Por qué?Para hacerse «un nombre famoso, para que no seamos dispersadossobre la faz de toda la tierra» (v.9).
¿Es distinto para nosotros? ¿A quién no le gustaría caminar poruna alfombra roja y decir: «Quiero darle las gracias a la Academia…»?¿O estar vinculado con premios como el Nóbel, el Grammy o laCopa Stanley? A todos nos gustaría probar lo que es «hacerse unnombre famoso».
Pero la razón por la que Dios nos creó no fue esforzarnos por obte-ner gloria personal. «Porque somos hechura suya, creados en CristoJesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemanopara que anduviéramos en ellas» (Efesios 2:10). «Que en cuanto avuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, quese corrompe según los deseos engañosos … y os vistáis del nuevohombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justiciay santidad de la verdad» (Efesios 4:22-24). Si vamos en pos de deseospersonales y egoístas, terminaremos engañados y confundidos.
Sé astronauta si Dios te guía a serlo. Pero en cuanto a fama ypopularidad, dejemos a Dios las estrellas y esforcémonos por agradar-le en aquello para lo cual nos creó aquí en la tierra. —TC