En una carta que le envió a su hijo Eduard, Albert Einstein le aconsejó lo siguiente: «La vida es como andar en bicicleta. Para mantener el equilibrio hay que seguir moviéndose». El consejo del gran físico es sabio y práctico.
Este mismo concepto puede aplicarse a la vida cristiana. Por fe, muchos creyentes siguen avanzando mientras atraviesan circunstancias difíciles y angustiantes. Pero, cuando experimentan alguna falla moral, pierden el equilibrio y se caen. Entonces, su pesar y el sentirse indignos del perdón de Dios puede llegar a mantenerlos en el suelo e impedirles seguir avanzando en su crecimiento espiritual.
La Biblia nos da numerosos ejemplos de personas que vivieron graves fracasos personales. Abram le mintió al faraón con respecto a su esposa Sara (Génesis 12:11-17). Jacob engañó a su padre para conseguir la bendición de Esaú (Génesis 27:18-29). Moisés desobedeció a Dios al golpear la roca en vez de hablarle (Números 20:7-12). A pesar de sus caídas, se nos dice: «… todos éstos, […] alcanzaron buen testimonio mediante la fe» (Hebreos 11:39).
Estos personajes bíblicos se elevan como ejemplos porque, después de haber caído, regresaron al Señor y comenzaron a seguirlo otra vez. ¿Has perdido tu equilibrio espiritual con una decisión pecaminosa que te impide seguir adelante? Arrepiéntete y vuelve a seguir al Dios de las segundas oportunidades.