Mientras mi esposa me contaba lo que había hecho durante el día, mencionó un incidente con nuestra nieta que estaba de visita en casa. Eliana había estado entreteniéndose con algunos juguetes y después quiso ir a otra parte de la casa. Entonces, la abuela le dijo: «Eliana, primero tienes que guardar los juguetes». Sin dudar ni un instante, la pequeña le contestó: «No tengo tiempo».
En ese entonces, Eliana tenía sólo dos años, así que, ¡sin lugar a dudas su agenda no estaba repleta de actividades!
Me pregunto si, a veces, Dios no se sorprende un poco cuando nos oye cómo respondemos a Sus mandatos.
Por ejemplo, cuando Jesús dice: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados» (Mateo 11:28), y nosotros respondemos: «No puedo más. Tengo tantos problemas y dificultades», me pregunto qué piensa Él. Cuando indica: «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios» (Salmo 46:10), y nosotros contestamos: «No tengo lugar para ti en mi agenda», ¿qué pensará? Cuando declara: «Sed santos, porque yo soy santo» (1 Pedro 1:16), y nosotros decimos: «Pero el mundo parece ser muy divertido», ¿qué sentirá?
Dios ha hablado. Obedecer es la mejor manera de honrarlo por lo que ha hecho por nosotros y de mostrarle cuánto lo amamos.