Te tienen que gustar los cerdos. No les importa nada en el mundo. Todo lo que hacen día tras día es ensuciarse en el lodo y resoplar felizmente a la hora de comida. ¡Y qué comidas! Lindas y crujientes algarrobas o cualquier otra sobra grasosa que el granjero pueda echar en la pocilga. A los cerdos no les importa lo que sea, ellos se lo comen todo.
¿Suena bien?
Probablemente tampoco le sonara muy bien al joven que llamamos hijo pródigo. Antes de conocer a los chochinitos, tenía una cama cálida, una rica herencia, un padre amoroso y un futuro asegurado… y montones de cosas buenas para comer. Pero no era suficiente. Él quería irse de la casa, llevar su propia vida, y hacer lo que deseara su corazón sin que papá y mamá le dijeran qué hacer.
Lo que consiguió fue peor que una cena para cerdos.
Eso describe bastante bien lo que obtiene todo joven que decide ignorar la guía de la Palabra de Dios, de padres piadosos, de maestros cristianos y de pastores dedicados. Me hace mover la cabeza en incredulidad cuando una persona que profesa conocer a Jesucristo cae en un estilo de vida que trae vergüenza al nombre de Dios. Ya sea que se trate de sexo, abuso de drogas, abandono de la iglesia o alguna otra acción que deja a Dios fuera y que ignora el consejo sabio, los resultados son los mismos: se vive como un cerdo.
Siempre que cortamos nuestra relación con Dios podemos esperar lo opuesto de lo que pensamos que sucedería. Claro, puede parecer como si ese estilo de vida no tuviera responsabilidades, pero piensa en el lodo que tenemos que tragar.
Recuerda lo que se necesitó para que el hijo pródigo regresara a una correcta manera de vivir. Llénate del pan de vida. Vive para Cristo y nunca tendrás que comer algarrobas. —DB
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué hay en el mundo ahora mismo que me resulta muy atractivo, pero que sé que no agrada a Dios? ¿Cómo puedo evitar involucrarme en ello?
■ ¿Por qué es tan incitador el violar las leyes de Dios? ¿Cuáles son algunas de las consecuencias negativas de ignorar los principios de Dios?