Si yo hubiera sabido que lo iba a hacer, le habría explicado que no era una buena idea. Pero probablemente no me habría escuchado.
Después de lavar mucha ropa sucia en la lavadora, agarré unas cuantas toallas mojadas, las tiré en la secadora, metí la mano en la lavadora para sacar el resto de la ropa, la tiré también en la secadora, cerré la puerta, puse el reloj, y le di al botón para ponerla en marcha.
Mientras me alejaba escuché un ruido: Tomb, tomb. Me detuve e hice un inventario mental de lo que había en la secadora. No había zapatillas… tomb, tomb. No había pelotas de tenis… tomb, tomb. Agarré el manubrio y abrí la puerta. ¿Qué crees? ¡De ahí salió mi gatito, de un salto!, mirándome con enojo mientras yo le daba a entender que era inocente. Por la curiosidad de saber qué había dentro de la secadora, había entrado de un salto. ¡Tuvo suerte de que yo tuviera suficiente curiosidad como para abrirla!
Un poquito de curiosidad puede ser algo bueno. Ser curioso respecto a nuevos campos de estudios, lugares exóticos, carreras emocionantes y personas poco usuales es lo que nos lleva a buscar oportunidades maravillosas. Pero también presenta algunos peligros. La curiosidad acerca del sexo, las drogas o la bebida puede tentarnos a meternos en situaciones peligrosas. Tal vez pensemos: «¿Cómo será?» «¿Qué habrá de malo en probarlo?»
Entonces, ¿qué podemos hacer respecto a nuestra curiosidad cuando nos veamos tentados? Tenemos que decidir de antemano qué vamos a hacer. Tenemos que ponernos la armadura que se describe en Efesios 6. Y si ya estamos metidos en la situación, todavía hay ayuda. La Biblia dice: «No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla» (1 Corintios 10:13).
Dios conoce las tentaciones que tenemos y quiere ayudarnos a vencerlas.
¡Confiemos en Él para que nos muestre la salida! —CK
R E F L E X I Ó N
■ ¿Cuáles son algunas de las cosas que puedo hacer para evitar la tentación?
■ ¿Cuáles son mis debilidades particulares?
■ Jesús tuvo que lidiar con la tentación y enseñó a sus discípulos cómo manejarla. ¿Cómo puedo aprender de lo que Él hizo y dijo? Véanse Mateo 4:1-11 y 26:41.