Encuentro inesperado
Diego, joven y entusiasta, estaba guiando por primera vez la alabanza en una congregación grande. Luisa, una mujer que asistía a la iglesia desde hacía mucho, quiso alentarlo, pero pensó que sería demasiado difícil llegar al frente antes de que el muchacho se marchara. Sin embargo, se las ingenió para abrirse paso entre la multitud. Cuando llegó, le dijo: «Aprecio tu entusiasmo en la alabanza. ¡Sigue sirviendo al Señor!».