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¿De qué se trata la Navidad?

Hace 50 años, se televisó por primera vez el musical La Navidad de Charlie Brown. Algunos ejecutivos del canal pensaron que nadie la vería, y otros temían que los televidentes se ofendieran si se citaba la Biblia. Por eso, le pidieron al autor que omitiera la escena de la Navidad, pero se negó. Poco después, el programa era un éxito, y todavía sigue emitiéndose cada año.

Libre de preocupaciones

Tratar de estar enterado de los acontecimientos actuales tiene su lado negativo, porque las malas noticias venden más que las buenas. Es fácil preocuparse excesivamente por delitos que están fuera de nuestro control.

¿Regocijarse siempre?

El pueblo akan, en Ghana, tiene un dicho: «¡La lagartija es más agresiva con los niños que se detienen y se regocijan en su final que con los que le arrojan piedras!». Regocijarse en la ruina de alguien es como si uno mismo la provocara o le deseara un mal peor.

Playa de vidrio

A principios del siglo xx, los residentes de Fort Bragg, una ciudad ubicada a orillas del mar en Estados Unidos, desechaban la basura arrojándola desde un acantilado a una playa cercana. Latas, botellas, vajilla y residuos en general se acumulaban en pilas enormes y desagradables. Aunque después dejaron de hacerlo, siguió siendo una vergüenza: un basurero aparentemente imposible de reciclar.

Significado del nombre

Según un artículo del New York Times, en muchos países africanos, a los niños suelen ponerles nombre en honor a una visita famosa o un evento especial e importante para los padres. Cuando los médicos les comunicaron a los padres de un niño que no podían curarlo y que solo Dios sabía si viviría, lo llamaron «Dios sabe». Otro hombre dijo que se llamaba «Basta», porque su madre tenía trece hijos y ¡él era el último! Todo nombre tiene su razón, y, en algunos casos, expresa un significado especial.

Manifiesto celestial

Cuando presenté mi pasaporte en el mostrador de Kenya Airways, buscaron mi nombre en el manifiesto de pasajeros (la lista de los que viajan) y no estaba. ¿Cuál era el problema? Sobreventa y falta de confirmación. Mi esperanza de llegar a casa ese día se frustró.

El peor momento

C. S. Lewis y su hermano Warren estudiaron varios años en un internado para niños en Inglaterra. El director era un hombre cruel, quien hacía que la vida fuera insoportable para todos. Mucho tiempo después, Warren escribió con su humor sencillo y sarcástico: «Ahora tengo poco más de 64 años, y hasta ahora, nunca he estado en una situación en la que no me haya consolado pensar que, por peor que fuera, siempre era mejor que lo que viví en el internado». Casi todos podemos recordar situaciones difíciles y dar gracias porque estamos mejor ahora que entonces.

Vernos a nosotros mismos

Antes de que se inventaran los espejos o las superficies pulidas, las personas rara vez se veían a sí mismas. Una de las únicas manera de hacerlo era reflejándose en pozos de agua o en ríos calmos. Sin embargo, los espejos cambiaron todo. Más tarde, la invención de las cámaras fotográficas otorgó una dimensión completamente nueva al aspecto exterior. Ahora, tenemos imágenes nuestras de un determinado momento, que nos acompañan durante toda la vida. Pero todo esto puede llegar a perjudicar nuestro bienestar espiritual, al preocuparnos más por la apariencia y dejar de lado nuestro interior.

Ayuda de afuera

Durante un viaje de negocios, mi esposo acababa de instalarse en la habitación del hotel, cuando oyó un ruido extraño. Salió al pasillo para averiguar qué pasaba y escuchó que alguien gritaba desde otro cuarto cercano. Le pidió ayuda a un empleado, y descubrieron que un hombre había quedado encerrado en el baño. La puerta se había trabado, y el hombre entró en pánico. Como sentía que no podía respirar, empezó a gritar para que lo ayudaran.

¡No quiero!

Cuando nuestros hijos eran pequeños, uno de ellos dijo rotundamente que no cuando le pasamos unas arvejas en la cena. Ante eso, replicamos: «¿No qué?». Esperábamos que dijera: «No, gracias», pero su respuesta fue: «¡No quiero arvejas!». Eso nos llevó a hablar de la importancia de los buenos modales. En realidad, tuvimos conversaciones similares en varias ocasiones…